Existe un problema en el que no hemos reparado debido a su contemporaneidad: La irrupción de las redes sociales en la comunicación interpersonal directa. Esta claro que estas herramientas pensadas para la socialización y nacidas en el 2000 han venido para quedarse y han cambiado todo el panorama comunicativo. Según el informe realizado por Cisco Systems se prevé que en 2020 haya un 88% de usuarios de redes sociales lo que supone 40,8 millones de usuarios, frente a los 25,5 millones actuales. (Cisco, 2019)
El desarrollo de las relaciones interpersonales antes se realizaba de forma presencial, mirándose a los ojos, y ahora se ha trasladado a las pantallas. Según el informe Online Nation, las personas pasan 50 días al año mirando internet. (Ofcom, 2019)
Los correos electrónicos, chats, WhatsApp, redes sociales o las entradas en blogs se basan en el intercambio de mensajes escritos o en forma de emoticonos (gráficos digitales que representan una expresión o estado de ánimo) y/o stickers (pegatinas con frases o caras) entre un emisor y uno o varios receptores que pueden ser conocidos o no. La característica principal de esta nueva comunicación es la ruptura de las barreras en el tiempo y el espacio, la instantaneidad y la posibilidad de comunicarnos con gente que físicamente puede estar a mucha distancia.
Las tecnologías de la Comunicación no solo cambian las conversaciones sino la forma en la que las personas realizan los lazos personales, como se puede ver en el estudio de los sociólogos Michael Rosenfeld, Sonia Hause y Reuben Thomas, en cual demuestran que el 39% de las parejas heterosexuales y el 60% de las homosexuales se conocieron gracias a Internet en 2017. (Michael Rosenfeld, 2019)
Se había planteado la hipótesis de que la irrupción de las redes sociales en la comunicación interpersonal directa como una nueva mediación termine sustituyendo las conversaciones cara a cara y la predisposición a ello de determinadas generaciones. Así como el incumplimiento, en algunos casos, de la función esencial de las redes sociales: la socialización y la posibilidad de terminar siendo un síndrome que suponga la pérdida de las habilidades comunicativas.
Para poder validarlas se ha realizado un experimento que ha consistido en 12 entrevistas a tres generaciones: la Generación Z, la cual ha nacido ya con las redes sociales; la Generación Baby Boom que ha tenido que adaptarse a ellas y la Generación de la Posguerra que ha vivido todas las mediaciones.
Para comprobar cómo son sus relaciones interpersonales a través de las redes sociales han contestado a un mismo cuestionario, en cual se divide en dos secciones: amor y amistad.
El 100% de los entrevistados de la Generación Z empela las redes sociales para ligar. Su favorita es Instagram, y aseguran que prefieren los emoticonos o stickers para hacer declaraciones de índole romántica en lugar de las palabras porque “dices algo sin decir”.
Además, la totalidad de los entrevistados de esta generación emplean WhatsApp para comunicarse en lugar del cara a cara “porque al no estar con esa persona te es más fácil decir las cosas”.
También es significativo recalcar que, al contrario que las otras dos generaciones, todos saben el numero exacto de seguidores que tienen en redes sociales, aunque son conscientes de que el número de “amigos reales” es muy inferior. Además, confirman que socializan a través de las redes sociales aún estando acompañados, pero a pesar de creer tener muchos amigos se sienten solos.
Por otro lado, la Generación del Baby Boom se encuentra a medio camino entre las otras dos. Nacieron sin redes sociales, pero han tenido que aprender a usarlas. A pesar de ser usuarios de ellas, siguen prefiriendo las conversaciones cara a cara y son desconfiados a la hora de colgar su vida en la red, diferencian mejor entre lo público y lo privado, incluso en las relaciones afectivas cara a cara, consideran que sus amigos no tienen que saber todo de ellos porque hay cosas que perecen al individuo.
Sus amigos virtuales no difieren en número de sus amigos reales. Empelan las redes como una herramienta más no como un sustitutivo a las relaciones. Además, no le dan la misma importancia a la aceptación virtual que los componentes de la Generación Z, saben que lo importante no es tener muchos likes sino tener relaciones profundas.
Sin embargo, la Generación de la posguerra que ha vivido todas las mediaciones, no se ve tan afectada por esta revolución comunicativa como las otras generaciones. Es cierto que la mayoría tiene redes sociales, pero más bien por entretenimiento o incluso por encajar socialmente con las otras generaciones que forman sus hijos y nietos, que pos socializar como elemento comunicativo. No conciben una comunicación sin mirarse a los ojos y ven con preocupación la evolución que está tomando esta revolución en los jóvenes.
También se ha entrevistado a dos profesionales expertos en las Tecnologías de la Comunicación: Alejando Polanco, escritor, programador y experto en redes, y Guillermo Fouce, psicólogo y experto en Comunicación y Salud.
Alejando Polanco considera que el impacto de las redes es mayor que el que supusieron otras mediaciones porque permite de interacción nunca vistos como el “: acceso a contactos a nivel mundial en tiempo real, anonimidad en muchos casos, uso multimedia con texto, vídeo imagen”. Aunque es difícil hacer previsiones a largo plazo piensa que, para las generaciones hasta los cuarenta años, Internet y las redes sociales han supuesto un cambio radical en los modos de comunicación. Por lo tanto, lo previsible es que la integración de las redes sociales con los aspectos más comunes de nuestro día a día se haga cada vez más intensa, hasta llegar un momento en el que se borrará prácticamente la frontera entre lo que son los diversos modos de comunicación.
Alejando Polanco llama la atención sobre el hecho de que en ciertos ámbitos las videoconferencias y chats, han sustituido una conversación telefónica tradicional y más una reunión presencial.
Guillermo Fouce habla de una generación con una tercera mano, el teléfono móvil y explica que la pérdida y disminución de las habilidades comunicativas en el cara a cara de los jóvenes ya es un síndrome que se trata. “Hay gente que tiene problemas de adiciones, hay gente que tiene problemas de comunicación y hay gente que construye una vida paralela de euforia en función de la imagen que quiere proyectar, que es irreal y que no permite un afrontamiento de la realidad”, dice.
Es significativo que para tratar este síndrome lo primero que hacen es eliminar las redes de la vida del paciente para volver a enseñarle a mirar a los ojos, tocar, sentir y reconectar con las emociones y las personas. Es decir, le re-enseñan a socializar cara a cara en lugar de a través de una pantalla.
Por último, se han llevado a cabo dos encuestas, en as que a pesar de no haber un resultado científico se puede comprobar el uso y relación de las generaciones (sobretodo la Z) con las redes sociales.
Tras la realización de todo lo citado llego a las siguientes conclusiones:
I. La irrupción de las redes sociales en la comunicación interpersonal directa ha pasado de ser una mediación, como lo fue la carta o el teléfono, a ser una nueva forma de comunicación interpersonal.
II. Este fenómeno está cambiando los procesos comunicativos y en las generaciones que han nacido con redes sociales está significando la sustitución de los coloquios cara a cara por los mensajes en redes sociales. Claramente existe una digitalización de las conversaciones y una migración de la socialización a las pantallas.
III. Se ha podido comprobar que hay generaciones más predispuestas a esta migración y a sufrir este síndrome de pérdida de habilidades comunicativas. Por tanto, si la primera generación que nació con redes sociales (generación Z), ya está sustituyendo el mirarse a los ojos por los emoticonos y stickers es presumible que las generaciones que vienen detrás lo normalicen aún más. Además, esta es una revolución que aún no ha terminado, cada día surgen nuevas tecnologías y se perfeccionan otras, como la realidad virtual, que pretenden suplir el hecho de estar juntos físicamente en un mismo espacio.
IV. Por otro lado, aunque todos los entrevistados tienen un número superior a 500 en seguidores de redes sociales todos se sienten solos, por ello considero que la función esencial de las redes sociales, la socialización, no se está cumpliendo.
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